¿Hay un punto de quiebre en el humor social con el gobierno de Milei? El malestar está, falta la representación política que lo pueda canalizar.
Por Leonardo Martín
Las imágenes que se vieron este miércoles remiten a las de un país gobernado por una dictadura. Cientos y cientos de policías ocupando las calles, carros hidrantes y camiones celulares para el traslado de presos. A ello se suman balazos de goma, gases lacrimógenos, palazos y detenciones arbitrarias. El centro porteño era ayer una zona militarizada, bajo de estado de sitio. Más de un centenar de detenidos y un fotógrafo, Pablo Grillo, peleando por su vida tras el impacto de una cápsula de gas lacrimógeno en su cabeza. El presente repitiendo el peor pasado de la Argentina.
El Gobierno de Milei atraviesa su peor momento político desde que asumió el 10 de diciembre de 2023. Busca desesperadamente un nuevo préstamo del FMI para sostener la cotización del dólar y garantizar la fuga de divisas. También en días donde aún continúan las derivaciones de la megaestafa con la criptomoneda $Libra en donde están involucrados Javier y Karina Milei. Para peor, una economía en la cual para las grandes mayorías continúa el deterioro, la avanzada antidemocrática y la represión cada más violenta para disciplinar el malestar social.
Lo que también es evidente en este presente es la falta de representación política de ese malestar. La convocatoria de ayer frente al Congreso tuvo como disparador la indignación que genera que repriman sistemáticamente a un puñado de jubilados que se movilizan frente al Congreso y que estuvo hecha desde la identidad como hinchas de fútbol que no pueden ser indiferentes a este presente.
No es que no había organizaciones políticas ni sindicales este miércoles en el Congreso acompañando la marcha de jubilados, pero principalmente lo que ayer se manifestó fue el malestar, la bronca, pero suelta, sin canalización política que pueda oponer una alternativa efectiva a este gobierno. Por abajo hay fermento, pero que sin representación política se disipa en la bronca y en la impotencia. Ni la política ni las centrales sindicales están pudiendo, quizás tampoco queriendo en algunos casos, lograr esa representación.
Son horas donde el Gobierno maniobra desesperadamente para conseguir el acuerdo con el Fondo Monetario que implicaría un nuevo préstamo y condicionamientos para el futuro del país. El principal activo político de Milei es la estabilidad cambiaria y con ello una inflación que no detuvo, pero que es más moderada frente los números de meses atrás. Sin el acuerdo con Fondo, con todo lo que ya sabemos que implica, al gobierno se van achicando los márgenes para sostener la cotización y con ello la legitimidad de Milei. Sin eso, solo le queda el ya gastado discurso de la antipolítica, el antiperonismo más acérrimo y toda una casta política en el Congreso que le vota y acompaña las iniciativas. Y, por supuesto, la represión a cargo de Patricia Bullrich.
No es el objetivo de esta nota hacer pronósticos, pero lo de ayer bien podría ser un punto de inflexión en el humor social en cuanto a las expectativas sobre el gobierno y su derivación represiva. No necesariamente se puede traducir en expresiones callejeras, pero si en consolidar un sentido común más crítico con el actual gobierno. Falta consolidar una representación política que genere expectativas y logre una síntesis. El malestar está, ahora falta la política.