El empresario Teddy Karagozián no solo produce hilados y telas. También se atreve a producir –o al menos a impulsar- reformas profundas en el sistema laboral. Y su proyecto Mochila Argentina es, al menos en la idea, una reforma que apunta a solucionar un problema múltiple que hoy afecta a trabajadores, gremios, Estado y empresarios: la caída del empleo, los bajos salarios (que implica menos aportes sindicales y previsionales), el alto gasto público y la caída de las ventas. En principio, la Mochila viene a resolver el problema por izquierda y por derecha. Parafraseando a Fierro, la idea de Karagozián “no es para mal de ninguno, sino para bien de todos”.
POR: NICOLÁS AVELLANEDA
Empresario desde la cuna, como suele bromear sobre el sí mismo, Teddy Karagozián ha dedicado toda su vida al sector textil, en el cual ya trabajaba su padre –también empresario- cuando él era muy pequeño. Profundamente enamorado de su profesión y de su país, dice que la Argentina le duele por el alto índice de pobreza que hoy ostenta. Tal vez por eso mismo, un día se puso a pensar en cómo resolver el problema del empleo y creó un proyecto que él mismo denominó “Mochila Argentina”. En diálogo con nuestro medio, el empresario explicó en qué consiste su “mochila”.
Teddy Karagozián: La Mochila Argentina es la solución al problema del empleo en el país. Técnicamente puede definirse como el nuevo derecho que tendrían los trabajadores de poder llevarse su antigüedad de una empresa a la otra. Hoy, es menos del 20 por ciento el total de trabajadores que cobran su indemnización cuando son despedidos. A la vez, esa indemnización no la cobran en su totalidad, ya que en la mayoría de los casos la comparten con un abogado. Por eso necesitamos una reforma superadora, que otorgue beneficios a los empleados y disminuya el costo para las empresas, eliminando la necesidad de una reforma laboral que quita derechos. La Mochila fomenta la creación de más puestos de trabajo en el sector privado y da más derechos a los empleados.
Portal Sur: ¿Cómo sería?
T.K.: Supongamos que un trabajador cualquiera ha trabajado diez años en una empresa, cualquier empresa. Hasta que un día, sin mediar conflicto alguno, ese trabajador quiere irse a trabajar a otro lado; tal cual la realidad de hoy, ese trabajador renuncia, no cobra indemnización alguna y pierde esos diez años de antigüedad ya que, al empezar en su nuevo trabajo, empieza con antigüedad cero. Con la Mochila Argentina, ese trabajador se llevaría consigo esos diez años a la nueva empresa. Esto, a la vez, permitiría que la gente se anime a buscar nuevos trabajos sin el temor que hoy conlleva perder la antigüedad y los beneficios que ella otorga. Hoy, cuando alguien se quiere ir de un trabajo, como sabe que perderá la antigüedad, generalmente busca que lo echen para cobrar una indemnización. Pero esa indemnización que va al bolsillo del trabajador es dinero que el empresario no podrá invertir. En cambio, la Mochila propone: El estado debe promover e instrumentar un seguro para las empresas sobre su nómina salarial y pagado por ellas para una Seguro de Garantía de Indemnización (SGI) administrado por el ANSES, Superintendencia de Seguros, y una Entidad de Control a designar, que garantice la indemnización a los empleados que pierden su trabajo, consiguiendo que puedan seguir cobrando en cuotas mensuales el equivalente y actualizado a su último sueldo, hasta conseguir un nuevo empleo. Se agotaría cuando supere los meses que correspondan a los años trabajados. Los empleados del estado tendrán los mismos beneficios, pero el estado no deberá integrar la prima de riesgo. Es complementario a la jubilación cuando esto ocurra y es heredable en caso de muerte del asegurado.
P.S.: Las pymes suelen tener serios problemas cuando tienen que despedir: ¿Esto es así?
T.K.: Claro. Cuando eso ocurre en una pyme, en más de un caso la pyme quiebra o, peor aún, pierde el incentivo de seguir invirtiendo porque el empresario se cansa de recibir esa suerte de castigo por parte de gente que se va de la empresa. Entonces ¿qué hace la Mochila? Cambia la relación entre empleador y empleado; libera a los empleados para que puedan ir de una empresa a otra; baja la cantidad de dinero inmovilizado destinado a prever crisis como la que se dio por el COVID, o las crisis económicas, y permite la adaptación y readaptación de las empresas a las circunstancias que se presenten. Tanto tomando personal (en este momento las empresas no contratan porque temen aumentar su pasivo laboral) como tener que despedir en los momentos en los que baja la producción. Lo importante en este punto es que, si bajan su pasivo laboral, todas las empresas puedan empezar a recibir créditos de los bancos. Hoy, las empresas cuyo personal tiene mucha antigüedad no reciben créditos porque, por su alto pasivo laboral, valen poco y nada.
P.S.: ¿Y con quiénes habló de su proyecto?
T.K.: Con mucha gente que está en el gobierno, como muchos de la oposición, con varios diputados, con senadores y hasta con algún ministro. En todos los casos noté mucho interés pero, como estamos en tiempos de campaña electoral, es posible que ese interés esté teñido de otros intereses, que esté buscando alguna foto o cuestiones que terminen siendo irrelevantes para la idea de fondo. Pero, como yo lo veo, el de la Mochila Argentina es el único tema importante en discusión para el futuro del país. Es que, tanto dentro como fuera del gobierno, el único proyecto del cual se está hablando en serio, es cómo hacemos para resolver el tema del empleo en el futuro.
P.S.: ¿Y con la CGT?
T.K.: No he tratado el tema con la gente de la CGT, simplemente, porque no se ha dado la oportunidad, pero ansío poder hacerlo cuanto antes; ojalá se dé pronto ese momento. Sé que alguien les habló del asunto, sé que algunos de ellos están al tanto y te diría que lo ven con cierta desconfianza. Pero si yo fuera dirigente de la CGT, estaría buscando la implementación de esta idea, porque el sindicalismo nació para crear derechos para la gente, para los trabajadores. Entonces, cuando la gente se va empobreciendo porque el trabajo es cada vez más escaso y el salario cada vez alcanza menos –lo que obliga a la gente a estar atajando penales todo el tiempo-, la implementación de la Mochila sería la posibilidad de hacer goles. En lo concreto: aumentaría la cantidad de afiliados de los gremios pues incrementaría el empleo y el nivel promedio de los salarios. Por eso estoy seguro de que sería conveniente, también, para los gremios.
P.S.: En términos generales: ¿tiene puntos débiles la política laboral?
T.K.: En principio te digo que sí los tiene pero la Constitución no permite atentar contra ellos. Hay muchos empresarios que creen que se podría hacer una cosa o la otra para cambiarlos o mejorarlos, pero la realidad es que la Constitución protege los derechos del trabajador, lo cual me parece muy bien porque los derechos del trabajador son, a la vez, los derechos de los consumidores. Así, acá volvemos al tema de la Mochila, la cual solo genera más beneficios para el trabajador. Porque pasa, de menos del 20 por ciento de trabajadores indemnizados al total de los trabajadores con posibilidades concretas –y sin necesidad de hacer juicio- de cobrar sus indemnizaciones. Al mismo tiempo, al ser eliminado el pasivo laboral de las empresas, también se beneficia el empleador. Y al lograr las dos cosas, también se beneficia la sociedad en su conjunto pues aumenta el empleo genuino y disminuye la necesidad del Estado de ser el empleador de último recurso, empleador por necesidad.
P.S.: Hay quienes dicen que en todo el mundo es cada vez menos la gente que trabaja…
T.K.: Bueno, sí… Hay algunos economistas y otros sabelotodo que dicen que en el mundo hay cada vez menos empleo, pero a ellos les digo que hay que remitirse a la realidad. Y la realidad dice que en países del primer mundo, en Estados Unidos o Alemania, y en países como China, por ejemplo, están robotizando porque no tienen personal disponible. Y no tienen personal porque, al ser países industriales, generaron tanto empleo que no tienen suficiente gente para emplear más. La Argentina podría hacer lo mismo ya que tiene materias primas muy diversas para darles valor agregado, pero no lo hacemos, principalmente, porque las leyes laborales se han exacerbado al punto que hacen muy difícil, muy engorroso y muy poco deseable tomar personal.
P.S.: …Y además, algunas exigencias son las mismas para una pyme que para una gran empresa…
T.K.: No tendría por qué ser distinto. Porque tampoco podemos fomentar las diferencias para que las empresas pequeñas sigan siendo pymes; justamente, eso es un error conceptual. En la Argentina tenemos muchas pymes porque no quieren terminar siendo medianas o no quieren terminar siendo grandes; es que manteniéndose como pymes están fuera de la realidad. Y la realidad es que nosotros necesitamos un país donde el chico quiera ser mediano, el mediano quiera ser grande y el grande quiera ser grandísimo. Y entonces, acá vuelve a surgir el tema de la Mochila, porque la Mochila resuelve el tema para todos por igual. Hay que darse cuenta que en un país donde hay empresas grandes, las pymes dejan de existir porque hacen “pavadas”, dicho esto en sentido figurativo, claro. Nosotros necesitamos pymes que hagan productos sofisticados para empresas grandes, que exporten a todo el mundo. Tenemos que empezar a tener claridad conceptual sobre cómo es que un país se hace grande y cómo un país se hace rico. Hay una opción, si se quiere alternativa, que es la de trabajar menos días y distribuir el poco trabajo que hay, entre más gente. Pero ese tipo de pensamiento, es un pensamiento que atrasa; es un pensamiento similar al que venimos teniendo en la Argentina, un país que era rico y cada vez es más pobre; un país que da cada vez menos empleo y que a la vez genera más y más pobres entre los chicos y los jóvenes. Así la Argentina, un país que es tan divino, el país que amo, es también un país que me duele; me duele verlo tan lastimado, innecesariamente.
P.S.: Suena como un empresario distinto. No piensa como muchos de sus colegas…
T:K.: Bueno, por suerte, no todos los empresarios pensamos igual. Es que no solamente sería aburrido sino que seríamos como Corea del Norte. Ahora, dicho esto, lo que está ocurriendo es que muchos empresarios están yéndose del país, dejando de invertir o, simplemente, como decía hace un momento, no están empleado la cantidad de gente que debieran emplear debido a que la sociedad tergiversó el rol del empresariado y el rol del Estado. Lo explico: quien genera valor agregado es el empresario privado; el Estado puede distribuir cuando alguien produjo algo de valor, el Estado puede promover la creación de valor. Pero el Estado, en casi ningún país del mundo es generador de valor. El Estado sí financia –o puede hacerlo- proyectos importantes de inversión, pero siempre es un privado el que tiene la idea y el que luego lleva el proyecto a la práctica.
P.S.: O sea que muchas de las quejas de sus colegas son válidas…
T.K.: A ver…En la Argentina tenemos un estado dadivoso y un sector privado recaudador de impuestos. Cada vez que nosotros vendemos un producto –un auto, un litro de nafta o un par de medias-, más del 50 por ciento de lo que recibimos del comprador representan impuestos. O sea que las empresas somos recaudadoras de los impuestos y el Estado, un dador de beneficios. Pero en realidad, debe ser al revés. Porque hoy la gente es pobre producto de que tenemos un estado cada vez más grande con un sector privado que es cada vez más chico. Ahora ese proceso se puede revertir, pero no como dicen algunos amigos de derecha despidiendo a dos millones y medio de trabajadores del estado. Lo que debemos hacer es promover empleos que paguen salarios más altos en el sector privado para que muchos que hoy trabajan en el sector público quieran pasar al otro sector. Ese traspaso representaría un doble beneficio: primero, porque dejarían de ser una carga para el Estado y, segundo, porque toda esa gente generaría valor agregado y contribuiría directamente al crecimiento del mercado interno. Este es, precisamente, el proceso que estamos buscando realizar con la Mochila Argentina.
P.S.: Háblenos de su empresa.
T.K.: Bien: hasta hace unos años, nosotros solo producíamos hilados; luego, comenzamos con la elaboración de telas. Y ahora comenzamos con la fabricación de medias. Compramos Medias Ciudadela (una antigua empresa textil, muy famosa años atrás y luego venida a menos –N. del R.-) y ahora estamos ampliando el volumen, tratando de hacer productos que estén más cercanos al consumidor final. Si me lo preguntás, debe decirte –como ya se lo he dicho a varios- que a mi empresa le está yendo bien. Y le está yendo bien porque hay que comprender que este gobierno tiene muy claro el concepto de que la Argentina sale adelante, trabajando: al César, lo que es del César. Y te digo más: desde antes del primer día de gobierno, el presidente Alberto Fernández dijo que el suyo iba a ser un gobierno de producción, que iba a fomentar la producción. Por desgracia vino el COVID, una cosa terrible e imprevista, y nos hundió del todo. Porque ya éramos un país raquítico, que no tenía dólares ni para comprar remedios, con una infraestructura hospitalaria muy endeble. Sin embargo, con ese panorama, dentro de todo debemos reconocer que el gobierno ha hecho muchísimas cosas a favor de la producción, tratando de levantarla, de mejorarla. Claro: tampoco pueden hacer magia; somos un país pobre, con una estructura chica y muy debilitada, con un gobierno que tiene serias dificultades para financiarse. Pero aún así, dentro de todas las cosas que ha hecho, el gobierno ha mandado señales muy claras sobre en qué sectores quiere que haya más producción. Nosotros hemos reactivado fábricas que habíamos cerrado, hemos comprado repuestos que nos faltaban para reactivar máquinas que estaban ‘canibalizadas’ (suele decirse de máquinas a las cuales se les sacan partes que luego se colocan en otras máquinas -N. del R.-) y estamos haciendo inversiones como casi nunca antes. Claro que, aún así, todavía no hemos podido recuperar el volumen que teníamos a fines de 2015. Pero estoy seguro que de acá a los próximos dos años vamos a recuperar y superar lo que perdimos en esos cuatro años.
P.S.: Usted es un empresario con mucha experiencia. Ahora, la pregunta de despedida es: ¿tiene o simpatiza con algún partido político? Porque recién sonó medio peronista…
T.K.: Empecé a trabajar, legalmente, a los 18 años y ya tengo 61. Pero conocí la fábrica desde muy chico, de cuando acompañaba a mi padre. Así que puedo decirte, medio en broma medio en serio, que nací empresario. Si debo expresarlo en números, tengo 43 años de experiencia. ¿De qué partido soy? No soy peronista ni tengo partido político alguno. En cada momento elijo la persona o el partido que refleja las necesidades de ese momento; no tengo ideología. El peronismo ha tenido muy buenos representantes como también los han tenido otros, pero la realidad es que yo tomo la decisión según la oferta que hay en cada momento. Un chiste que podría hacerse es que en la Argentina somos todos peronistas ya que muchos de los partidos de la oposición están formados por antiguos o futuros peronistas (al respecto, Juan Perón solía decir: “Peronistas somos todos, lo que pasa es que hay algunos que todavía no se han dado cuenta”, N. del R.-). Pero volviendo a la Mochila Argentina, resuelve el problema del empleo por ambos lados del espectro ideológico. Le da a la izquierda lo que siempre reclama: más empleo y salarios más altos. Y también resuelve el problema de la derecha: baja el gasto público ya que el Estado dejaría ser empleador de último recurso, regula el problema jubilatorio y disminuye la cantidad de subsidios que el estado da hoy día. En síntesis, la Mochila es un instrumento que podría ser utilizado indistintamente por esos dos sectores políticos para lograr los objetivos que pregonan.