Juan Antonio Pizzi anunció el lunes su salida de Racing tras la derrota ante Independiente. Un ciclo que comenzó con dudas desde sí mismo y que no logró despejar con el correr de los partidos.
Estaba en la cuerda floja. Venía cuestionado por los bajos rendimientos y por un equipo que no lograba un funcionamiento aceitado. Rubén Capria, manager del club, fue el encargado de comunicarle una decisión que venía madurando.
Fueron 32 partidos, de los cuales ganó 13, empató 11 y perdió 8. El principal logro fue haber llegado a la final de la Copa de la Superliga, donde cayó goleado ante Colón. Pero es cierto que nunca convenció el equipo.
Su llegada a Racing fue cuestionada desde el comienzo. Tras la salida del fallido ciclo de Sebastián Beccacece y el portazo de Diego Milito de la Secretaría Técnica, la Comisión Directiva se decidió por Pizzi. Desde ese primer momento, no generó confianza en el mundo Racing.
Pese a haber incorporado muchos jugadores, ninguno de relieve, siempre quedó en deuda con el juego. Sumado a dos duras derrotas en finales, una 5 a 0 contra River y la mencionada ante Colón.
Con una idea inicialmente ofensiva, tras una serie de duras derrotas fue colocando al equipo más retrasado. Ganó en solidez, pero llegar al arco rival con peligro se transformó en un milagro. Sin juego asociado ni imaginación, ver los partidos de Racing requería un esfuerzo por parte de sus hinchas ante un equipo que desafiaba la paciencia.
Fin de un ciclo en un contexto de creciente cuestionamiento de la dirigencia de Racing con ánimos que están bastante exaltados en el mundo académico. Para renovar el crédito, es necesario acertar con el próximo director técnico, con las incorporaciones, dejar atrás los malos rendimientos y las malas noticias en la prensa, para volver a retomar el sendero de un Racing positivo.