La novedosa práctica, creada y que comienza a aplicarse en Argentina, evita que el paciente utilice respirador.
El casco desarrollado en Argentina para ventilar a pacientes que estén cursando la enfermedad causada por el Coronavirus ya está en uso en hospitales y sanatorios de la Región Capital de la Provincia. A la clínica Mosconi de Berisso, la pionera en la zona, se sumaron una clínica de Brandsen y el Hospital El Cruce «Néstor Kirchner» de Florencio Varela, uno de los centros asistenciales más avanzados en tecnología médica del país.
La adopción de este dispositivo ocurre en momentos en que la cantidad de contagios se ha acelerado y es necesario disponer de camas de terapia intensiva. Los pacientes con COVID-19 pueden presentar diversos grados de dificultad para respirar y en un alto porcentaje la indicación del casco permite su recuperación. A la vez, contribuye a que los respiradores pueden quedar disponibles para los casos más graves, según explicaron desde Capital Implants, la empresa de La Plata encargada del NIV/CPAP Helmet a nivel nacional.
Otra de las ventajas del uso del casco es que al aislar la cabeza del paciente, el personal que lo asiste puede estar más protegido ante eventuales contagios. Además de ser mucho más económico que un respirador y aliviar el uso de espacios en terapias intensivas, el paciente puede hablar y escuchar, caminar, leer y hasta dormir con el casco colocado.
Según informaron en Capital Implants, la cantidad de cascos instalados en centros de salud públicos y privados crece, ya que «cuestan mucho menos que un respirador y son reutilizables de manera segura, se pueden indicar en muchos casos de pacientes con dificultad respiratoria y su uso es muy sencillo, no requiere más que un par de horas de capacitación».
El sistema de válvulas que utiliza permite dos tipos de uso: el modo CPAP genera una corriente continua de aire u oxígeno que se inyecta de las líneas de ventilación disponibles en las cabeceras de las camas de internación. El modo NIV, en cambio, permite conectarlo por dos vías a un controlador que mide la composición de los gases de entrada y salida. El paciente puede hablar y escuchar, caminar, leer y hasta dormir con el casco colocado.