Martina Alfuso, astróloga política, pasó por los estudios de FM Secla para hablar sobre las cartas natales de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Argentina, desde la perspectiva astrológica, tiene una base emocional vinculada a la familia y el barrio. El aprendizaje kármico de este nuevo gobierno consiste en refundar el sentido democrático del país por medio del consenso y el pacto social.
Por VICTORIA LENCINA
Martina Alfuso se sienta sobre la mesa y saca de su mochila dos papeles. En ellos se perciben símbolos, números y líneas de colores dentro de un círculo. Es el mandala zodiacal. Allí se contienen las energías del cuerpo que luego se irán desarrollando en el mundo externo. Allí se expresa el cielo en la materia, el infinito en el límite y lo amorfo en la forma. Lo primero que Martina menciona, antes de comenzar la entrevista, es que Alberto Fernández acaba de experimentar su segundo retorno de Saturno. Se trata de un tránsito astral importante ya que se podría suponer que lo acaba de consagrar como el actual presidente del país.
Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner tienen un aspecto en común que los une, más allá del apellido: «los dos tienen energía Piscis. Cristina es un sol en Piscis. El sol es la identidad, la conciencia, la energía del presente, la más vital. El ascendente de Alberto es Piscis. En ambos, hay elemento agua, esta idea de tener un registro emocional, inconsciente, con el pasado. Sin embargo, el fuego es bastante predominante en los dos sistemas natales. El fuego tiene que ver con una cualidad impulsiva, instintiva, muy vital, subjetiva, energía física, el optimismo. Las personas de fuego son personas vitales«.
El Peronismo como movimiento emocional
Martina Alfuso se destaca por especializarse en una rama particular y poco convencional de la astrología ya que no considera como punto de partida la predicción del futuro, sino que se enfoca en articular una dimensión más individual, personal y privada con un evento histórico político de una sociedad, estamos hablando de la «astrología política». Ella se refiere al Peronismo y al Kirchnerismo como movimientos emocionales. Imposible no pensar en esa idea brindada por el populismo entusiasta donde la figura del líder desaparece para otorgarle la voz al pueblo. Alfuso habla de ese componente energético brindado por el signo de Piscis donde se produce una disolución del ego para entregarnos a un sistema más amplio: «Piscis es el último signo del zodíaco. En el mandala zodiacal no hay un paradigma evolutivo. Es cíclico. Ese ciclo se termina de disolver en Piscis para volver a comenzar en Aries. Piscis tiene que ver con la comunidad, con la comunión de todes. Es bastante sincrónico este sol en Piscis de Cristina y el ascendente en Piscis de Alberto porque hablan justamente de esta vibración con la totalidad que es el pueblo y que es el inconsciente social. Son figuras que están vibrando a nivel inconsciente en la sociedad«.
Esta percepción peculiar sobre el partido político peronista proviene a su vez de una matriz arcaica consolidada en la carta natal de Argentina -sí, los países también tienen su respectivos mandalas, en nuestro caso está determinado por el 9 de julio 1816 -: «Argentina tiene un sol en cáncer, es un sol emocional. Esta idea del barrio, el club de fútbol, la familia, el asado, el Diego. Esta cosa que tiene el Peronismo de ‘Eva es la madre y Perón es el padre’. Esta tradición bien canceriana políticamente que confunde la familia con el estado. El aprendizaje de Argentina es Libra, es decir, cortar con ese hilo, salir de la familia, salir del clan y aprender a vincularse con la otredad, con el que piensa diferente, con el macrista, el radical, el progresista, el troskista. Se trata de volver a ese sentido democrático que se fue perdiendo un poco».
Cartas natales de Alberto y Cristina
Martina reflexiona mediante una percepción esotérica y recuerda el discurso presidencial de Alberto en el Congreso de la Nación: «el aprendizaje de Argentina es libriano, es decir, encontrar un equilibrio mediante el pacto, el acuerdo y el consenso que históricamente ha costado bastante -pensemos en la famosa ‘grieta’-. El discurso de asunción de Alberto es bastante fundacional o refundacional porque tiene que ver con el aprendizaje de Argentina que es retomar las tradiciones de los partidos políticos: cerró con Alfonsín, lo nombró a Néstor Kirchner y Arturo Frondizi. Se trata de refundar el sentido democrático de la Argentina. Encontrar formas más objetivas, no tan emocionales«.
Quedará sellado en la historia del país el gesto poco convencional de Alberto Fernández de subirse a su auto e ir manejando hasta el Congreso de la Nación para asumir como presidente. Alfuso destaca que este gesto proviene de una base emocional disruptiva y rebelde: «Alberto tiene una luna en Acuario y una casa XII en Acuario. Su memoria inconsciente y su base psíquica está en Acuario y la memoria del alma en Aries. Aries y Acuario son dos signos que tienen que ver con la disrupción y con el liderazgo. Aries es energía de inicios, se identifica con la chispa que sale de la nada. Hay una salida poco protocolar o poco convencional. Lo excéntrico, lo que rompe el molde, lo que rompe las formas establecidas. Son dos signos rebeldes. Desde el aspecto más del pasado o del inconsciente viene esta memoria más guerrera y disruptiva. Alberto viene a romper desde lo mental porque Aries rige la cabeza y Acuario tiene que ver con ideas. La base emocional de Alberto tiene que ver con algo disruptivo, con algo que corta«.
En el caso de Cristina Fernández de Kirchner predomina un sistema más disruptivo y menos flexible: «Cristina tiene a Marte y Venus en Aries. Son los amantes cósmicos. Venus tiene que ver con el nivel de resonancia, con la atracción. Marte es la guerra, es cómo voy a conquistar lo que quiero. Son dos planetas que articulan el deseo. Ella tiene a Venus, a su gobernante de tema -la que rige su ascendente en Tauro- y está en Aries. Es taurina, pero tiene fuego. Está medio incendiada. Tiene una memoria de guerra. En sus espaldas tiene una guerrera«.
La astróloga Alfuso hace énfasis en que el modus operandi de Cristina responde a una energía acuariana y a los ejes de los nodos lunares: «Cristina viene de Leo y va a Acuario. El eje de Leo se nota bastante, no porque tenga una identidad narcisista, sino porque tiene una identidad fija muy fuerte. Algo de mando, de una identidad que vibra muy fuertemente hacia su centralidad (…) Hace un año Urano -planeta de lo imprevisto, de los cambios radicales, de las formas que descolocan- entró en Tauro y está transitando sobre el Ascendente y la casa XII de Cristina. Esto significa que está trayendo una revisión de sus formas de salir al mundo. Cuando Cristina presentó el libro Sinceramente en su discurso empezó a incorporar formas más ciudadanas, más moderadas. Ese tránsito de Urano no solo trae cambios radicales para ella, sino también para todos porque es una figura que viene a aglutinar al Peronismo«.
Por su parte, Alberto Fernández está transitando su segundo retorno de Saturno. Este planeta representa la estructura, el estado -como Estado y al estado de las cosas materiales -: «Saturno retorna cada 30 años. Saturno tiene que ver con mostrar una realidad material, con dar consecuencias y efectos tangibles. A veces, tiene que ver con límites y restricciones, pero si uno hizo el trabajo bien es también cosechar los frutos. Es interesante, porque Alberto tuvo su segundo retorno de saturno a sus 59 años. Es decir, su segundo retorno de Saturno lo hizo presidente«.
El macrismo y los partidos políticos reformistas
La charla con Martina es tan amena, sugestiva y entretenida que surge una inevitable comparación energética entre dos perspectivas políticas bien disímiles -el peronismo y el macrismo-: «Macri es un sol en Acuario. Es una energía de aire. No está tan vinculada al liderazgo. De hecho, es interesante que su partido político se llame ‘cambiemos’, es decir, viene a cambiar, a correrse de esa lógica del liderazgo. Acuario tiene que ver con no tener liderazgos y tener una forma más bien horizontal de la organización. Acuario no cree en verticalismos. Esta idea que siempre mencionó Macri de ‘somos y trabajamos en equipo’, que es totalmente contraria a la idea del líder y el pueblo. Acuario viene a romper y a cambiar el bipartidismo -esta energía canceriana que tiene la Argentina de los partidos tradicionales, arraigados en una tradición y en la historia, que evocan y que apelan a emociones-. El macrismo es un partido bastante aséptico, donde predomina el desapego porque no tiene una tradición, más de pureza. Es el cambio. Se hizo un corte en la historia».
En este sentido, Alfuso propone una distinción de conceptos entre partidos políticos «reformistas» y «revolucionarios»: «Acuario viene a romper con las tradiciones. Acuario es el reformista, no tanto el revolucionario. Acuario encarna bastante bien a los partidos de derecha. No tiene tanto que ver con la ‘revolución del pueblo’, sino con las reformas. El macrismo tiene esta energía acuariana de no sólo no tener un anclaje político identitario, sino también esta cosa bien clasista, aséptica, de odio al folcklore nacional y popular, de odio a lo corporal. Esto como que me da un poco de ‘asco’ (se ríe) y me genera idea de ‘contagio’. Esta cosa de que no me puedo vincular tanto con la fisicalidad, con lo que me arraiga a un cuerpo, es más bien vínculo con lo puro y lo que está limpio de pasado, lo que está nuevo. Pienso el macrismo como un movimiento acuariano que se sostuvo por esta idea de ruptura, por hacer las marchas los sábados porque la gente no estaba trabajando y dejaba todo limpio. Esa imagen en oposición a la plaza colmada de gente que dejaba todo hecho un desastre, lleno de suciedad. Idea de separar y poner distancia que es una idea más objetiva y muy vinculada a los signos de aire».
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