José Celestino Campusano considera el cine como una herramienta de denuncia y de registro de los pueblos. Sus obras cinematográficas resultan una curiosa variante entre la etnografía, antropología y el entretenimiento. Mediante la productora independiente «Cinebruto» conformó una red de clúster audiovisuales nacionales e internacionales en los cuales se defienden los espacios propios, el cooperativismo y la inclusión. Actualmente, desempeña el rol de productor en la película Very Important People que Eduardo Pinto está filmando en Avellaneda y que estará protagonizada por Luis Machín.
Por Victoria Lencina
Victoria Lencina: Contame un poco sobre el proyecto que están llevando a cabo con Eduardo Pinto aquí en Avellaneda.
José Celestino Campusano: Bueno, este proyecto particularmente no lo escribí ni lo dirijo. Simplemente lo produzco junto con un amigo, Horacio Florentín. Con Horacio tenemos una productora que es «Estudio Chroma». Surgió hace unos cinco años. Hemos presentado varios proyectos al INCAA en co-producción y ninguno salió, salvo este que no es co-producción. El autor es Rodolfo Cela que falleció súbitamente en enero, lamentablemente. Está dirigiendo Eduardo Pinto y yo estoy básicamente en la parte de logística y producción.
VL: ¿La película cuenta también con el apoyo de Cinebruto?
JCC: No, solo «Estudio Croma». Vos sabés que cuando formamos «Cinebruto» fue un momento muy vertiginoso porque, si bien mi socio y yo somos del conurbano, nos empezamos a involucrar de modo mucho más constante, si se quiere, con ciertos sectores que si bien yo los conozco y demás como que siempre estás en tu tren de vida y ellos también, entonces, nos vemos esporádicamente. Cuando empezamos a hacer largometrajes, empezamos a convivir de manera mucho más cercana. Surgieron ahí Fango (2012), Fantasmas de la Ruta (2013), Perro Molina (2014), Vikingo (2009), Vil Romance (2008), Legión (2006). De hecho, son películas que nos han dado muchos premios, han viajado bastante y nosotros con ellas. Hemos ganado dinero y se nos han abierto muchas puertas. Desde ya que no hubo nada de casualidad. Hubo un proceso por el cual hacemos estas películas y no otras. Nosotros empezamos en el año 1999 a hacer contenidos sabiendo que no queríamos hacer más de lo mismo. Hacer lo otro implica también derrumbar barreras que están adentro tuyo, que tienen que ver con los clichés, los prejuicios o los miedos. Entonces, filmamos ahí los minutos iniciales de un largo que había escrito que era sobre el culto a San La Muerte. El rodaje fue bastante extraño, pasaron hechos como inexplicables. Entonces, quedó un híbrido entre cliché y cine antropológico. Cuando lo veíamos, claro, no conformaba ni lo uno ni lo otro. Entonces, fue ir directamente a lo étnico, a lo antropológico y romper los vínculos así con actores conocidos, con un relato tranquilizador que todo eso no tenía nada que ver a lo que buscábamos.
VL: Me parece interesante que en el estatuto de Cinebruto se utilice la categoría «cooperativa de trabajo».
JCC: Sí, totalmente. Yo creo que tiene que volver gran parte de ese beneficio que la sociedad nos concede y ese apoyo que cierto sector de la comunidad nos brinda de forma tan constante. Eso tiene que volver, tiene que generar un valor agregado ahí porque si no hay un egoísmo y una torpeza. El caso fue que, con parte de ese agradecimiento, armamos la red de clúster audiovisuales. Nos dimos cuenta que justamente estábamos ocupando un espacio que estaba totalmente vacante y que había todo un gran sector de técnicos, actores y actrices que, de hecho, no tenían ningún tipo de posibilidad de hacer aquello para lo cual se habían preparado. Entonces, Cinebruto lo que hizo fue facilitar el conocimiento de campo, contactos, recursos para que eso se logre de una forma más colectiva.
VL: ¿Crees que se está dando un fenómeno de clúster audiovisuales regionales en Argentina? Pienso en el caso del Nuevo Cine Cordobés que se aglutinan en «El Carro Cine» o «El Calefón Cine».
JCC: De hecho, es totalmente concreto. Ahora, este fin de semana, cerramos un festival que lo hacemos entre ocho sedes. Ahora mismo se proyecta en Mar del Plata, mañana se proyecta en Córdoba, Neuquén, Marcos Paz, Rosario. La red es concreta, en lugar físico, con personas que se reúnen y producen contenidos propios. Hay un par de clúster que no tienen que ver con nosotros que son más que nada film commission. Buscan todo un posicionamiento que tienen que ver con ciertas prebendas estatales que no es el caso nuestro. Nosotros todo lo que hacemos es pura y exclusivamente para el beneficio de la comunidad.
VL: Pero, ¿crees que se está dando un fenómeno mucho más amplio?
JCC: Sí, es muy constatable. De hecho, hace un mes y medio estuvimos en México filmando. Fuimos treinta personas de Argentina. Hicimos nueve películas en total y fue gracias a la red. Está también en Uruguay, México, Bolivia, Chile y Argentina.
VL: Sobre la película que estás produciendo ahora en Avellaneda, ¿qué aporte sentís que les brinda el programa «Avellaneda Filma»?
JCC: Nos da la posibilidad de acceder a lugares que únicamente llegas por vínculo. No es que llegás porque golpeás la puerta, no funciona así. Tiene que haber todo un trabajo previo de empatía que hace que de repente esas locaciones sean las importantes. Si no es todo set y se nota la mentira. Entonces, para filmar lugares de verdad necesitás una llegada que sea habilitada desde los referentes, de los barrios o desde el propio municipio.
VL: ¿Cómo ves la situación del cine argentino hoy?
JCC: No, la veo re caótica. La veo totalmente desfinanciada. No es nada casual. Yo lo preví esto hace como diez años porque veía que hay una cuestión bastante depredativa que tiene que ver con el incendio del Amazonas, con la mega minería, con la intervención norteamericana. A medida que todo eso se iba dando de una forma muy sistematizada y que no sería raro que una herramienta de detección, de denuncia y de registro de los pueblos sea afectada desde el desfinanciamiento. Entonces, Cinebruto, desde algún punto, está en las antípodas del entretenimiento. No digo que esté mal, simplemente estamos en otra búsqueda.
VL: ¿Cuáles son las alternativas a la cuota de pantalla vigente?
JCC: Es que nadie respeta la cuota de pantalla, menos los gobiernos. Hay una cuestión y es que nadie se tira contra la cancillería gringa. Y si fuera así, ¿cuándo se respetó la cuota de pantalla? En televisión no tenemos cuota, en los canales de aire y en las salas de cine nadie se les planta a las Majors. Realmente ningún gobierno nunca respetó las prerrogativas de la cuota de pantalla. De hecho, ayer hubo una reunión de exhibidores porque quieren sacarle apoyo a las películas medianas a chicas para el estreno, lo que significaría la muerte del cine argentino. Hacés cine que no vas a poder estrenar, que no vas a poder mostrar y, de hecho, filmar es sumamente caótico -y eso que nosotros tenemos bastante entrenamiento-. Entonces, si sos primerizo o primeriza filmando como productor es muy probable que quedes a mitad de camino.
VL: ¿Cuál es tu experiencia con los festivales de cine?
JCC: Yo creo que hay festivales que cumplen su función y hay festivales que realmente son lo opuesto a lo que dicen que son o a los beneficios que ellos creen que están concediendo. Hay festivales que, para mí, son totalmente traidores a lo que es el cine de autor. Vos fijate que Venecia premia a Joker. Y el joker es un súper-villano. Ellos ya invadieron todas las salas del planeta, no quedan salas comerciales para el cine de autor y ahora van por los pequeños espacios donde todavía se tiende levemente a respetar el cine de autor que son estos. Quieren todo.
VL: Hace poco tuvimos el cierre del cine BAMA, también. Salas que solían exhibir un cine alternativo, ahora están cerrando.
JCC: Claro, y no es que no se produzca. Simplemente, lo que hacen ellos es bloquear la forma de consumo y de difusión.
VL: ¿Qué factores sentís que se deben cambiar en el cine argentino para mejorar y fomentar la industria nacional?
JCC: Mirá, yo creo que siempre que se centralice desde Buenos Aires es débil. Vos sabés que, para mí, una estrategia que no sería difícil de establecer por ley es que se tenga que integrar a dos personas que tengan domicilio fuera de la provincia de Buenos Aires, que tengan un domicilio real y constatable, no que diga Buenos Aires y tengan el domicilio en Córdoba. Contratar dos actores o dos técnicos de cualquier provincia. Porque si no todo pasa por Buenos Aires y nuestra mayor debilidad es esa. De repente, productoras de Palermo y Colegiales manejan el criterio estético, la forma de contar, la progresión de planos del cine de un país. Es una cosa aberrante.
VL: Un poco lo que pasó con el Nuevo Cine Argentino que debió llamarse Nuevo Cine Porteño.
JCC: Nuevo Cine Porteño, pero porteño de dos barrios. No es ni de Balvanera ni de San Telmo. Es simplemente de Palermo y Colegiales. Además, para mí, es un cine totalmente vetusto y adivinable. Vos fijate que apuesta al no-relato, a la no-actuación y al no compromiso político y a la no-música. Es la ausencia de relato puesta como un valor. Eso por mandato europeo porque de repente, que para mí no tiene nada de casualidad, desde un lugar se determina que hay que premiar ese tipo de lógicas que casualmente no es el cine que ellos hacen, es el cine que premian. Entonces, eso se derrama sobre las escuelas de cine y los premios locales que depende de todo una moda de filmar desde la nada misma.
VL: ¿Algunos directores se sienten condicionados en hacer cierto estilo de películas?
JCC: Los he escuchado a compañeros y compañeras que filman por el criterio Cannes que tiene planos de diez minutos que no cuentan nada, pero como es el plano Cannes…Entonces, es un criterio premiable. Muchos entienden que si no se va por ahí se considera que no se va a tener una carrera. Hay que crear los espacios propios, las propias pautas.