El 14 de mayo parece el día del fútbol, pero no lo es. Los futbolistas tienen su día, también los dirigentes. Los primeros los festejan desde hace 65 años, mientras que los segundos desde 1969. Extraña curiosidad con motivos diferentes.
El 14 de mayo de 1953 Argentina le ganó 3-1 a Inglaterra. Ernesto Grillo, delantero de Independiente, anotó uno de los goles desde un ángulo imposible y ese grito fue un símbolo de la argentinidad hasta que Diego Maradona, en 1986, también ante los ingleses, lo destronó para siempre. El triunfo fue tan significante que Futbolistas Argentinos Agremiados, que apenas tenía 9 años de vida, decidió que cada 14 de mayo se celebrara el día del futbolista.
En ese entonces José Amalfitani ya era presidente de Vélez, que ese año fue subcampeón, y un dirigente de peso en la AFA. Había tomado las riendas de club en 1940, cuando Vélez descendió por única vez a la B y se quedó hasta 1969, cuando falleció un 14 de mayo, hace hoy 49 años. Amalfitani fue un símbolo del dirigente honesto. En su honor, cada 14 de mayo se conmemora el día del dirigente deportivo. Resulta curioso que un país tan futbolero, jugadores y dirigentes, muchas veces enfrentados por la defensa de sus intereses, compartan su día.
Por estos días, aprovechando la Feria del Libro, muchos jugadores dieron a conocer sus historias: Ubaldo Matildo Fillol y Miguel Brindisi, por citar los dos casos. También con Pelota de papel II, la obra en la que los futbolistas se animan a contar cuentos. En tanto, esta tarde se presentará (16.30 en la sala Alejandra Pizarnik) Presidentes de clubes que hicieron historia – Tomo I-, una publicación de Cultura AFA a través de Ediciones Al Arco. El compilador fue Néstor Vicente, ex presidente de Huracán, y se cuentan los aportes de José Amalfitani, Leopoldo Bard, Emilio Chebel, Tomás Ducó, Santiago Leyden y Mariano Mangano. El prólogo es de Claudio Tapia, el actual presidente de AFA. «Es una hermosa coincidencia que este libro tenga su presentación el 14 de mayo, día del Dirigente Deportivo», dice Chiqui Tapia en las primeras líneas. Parece una casualidad. Pero no lo es.