Luego de que sus simpatizantes no lo dejaran salir, finalmente el ex presidente, condenado a 12 años y un mes por corrupción, pudo retirarse del Sindicato de Metalúrgicos. Será trasladado al penal de Curitiba.
El ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva logró salir del Sindicato de Metalúrgicos, en las afueras de San Pablo, en medio de escenas de tensión y forcejeos por el bloqueo de los militantes del Partido de los Trabajadores que rechazaban que se entregue a la Justicia para cumplir su condena de 12 años y un mes por cargos de corrupción y lavado de dinero.
Rodeado por una multitud de simpatizantes que gritaba enfervorizada “hay que resistir” y que “que no se entregue”, el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva finalmente se entregó a la Policía en San Pablo a pocos minutos de vencer el ultimátum de la justicia.
Un convoy de la fuerza de seguridad lo traslada hacía el aeropuerto paulista desde donde será llevado en avión a Curitiba, donde empezará a cumplir su condena a prisión de 12 años tras ser hallado culpable en una causa de corrupción.
La condena a prisión fue ordenada por el juez federal de Curitiba Sergio Moro, que investiga la megacausa de corrupción conocida como Operación Lava Jato. En los últimos días, el Supremo Tribunal de Justicia de Brasil le rechazó tres hábeas corpus al ex mandatario.
Lula había abandonado el búnker donde permaneció toda la noche atrincherado para acercarse al altar donde se llevó a cabo una misa en homenaje a su fallecida esposa, y donde luego brindó un contundente discurso cerca del mediodía.
El ex presidente se había atrincherado en el sindicato metalúrgico donde forjó su carrera, en las afueras de San Pablo, mientras su defensa libraba una frenética batalla para evitar su encarcelamiento.
Con el correr de las horas, Lula había optado por el silencio y sólo se dedicó a saludar desde la ventana del sindicato a sabiendas de la orden policial que no iba a forzar su detención por no estar dadas las condiciones.
Recién entrada la noche, utilizó su cuenta en la red social Twitter para expresar “la lucha continúa. Gracias”, junto con una imagen saludando a la multitud que lo acompañó.
El juez Sergio Moro emplazó a Lula a entregarse hasta las 17 del viernes y comenzar a cumplir la condena de 12 años que arrastra por corrupción y lavado de dinero.
Sin embargo, el ex presidente permaneció durante todo el viernes recluido en la sede del sindicato metalúrgico, su cuna política, donde se concentraron de miles de simpatizantes.
Las proclamas “no lo van a detener”, “vamos a la lucha” y “Lula, guerrero del pueblo brasileño”, retumbaron frente a la sede del sindicato al filo de las 17.
Cinco segundos antes de que expirara el plazo, miles de voces entonaron la cuenta atrás mientras Lula continuaba en el sindicato, donde pasó la noche arropado por la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT) y de familiares y amigos.
El PT había anunciado intervenciones públicas del ex presidente, pero Lula no abandonó el edificio y su defensa emprendió una batalla legal contrarreloj para presentar un “habeas corpus” en un intento desesperado por evitar su ingreso en prisión.
Ninguno de los recursos fue aceptado y los abogados llegaron a solicitar una medida cautelar ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
El desacato de Lula no ha impedido que su defensa avanzara en las negociaciones con la Policía Federal sobre la entrega, según fuentes policiales y próximas al ex presidente consultadas por Efe.
La orden de detención del juez Moro “tiene que ser cumplida”, pero “no a cualquier costo”, admitió ayer el presidente de la Federación Nacional de los Policías Federales (Fenapef), Luís Antonio Boudens.
En medio de múltiples rumores, la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, había rechazado que Lula negociara su entrega.
“Quiero decir que no son verdades muchas noticias que están dando los grandes medios de comunicación, que hacen campaña contra Lula, y según las cuales hay negociaciones y entregas”, afirmó la senadora en un vídeo divulgado por el PT en su página en internet.